La revolución del dinero digital en el Perú en zonas de baja bancarización

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Por William Ríos Rosales de Agencia Andina

El Banco Central de Reserva de Perú (BCRP) evalúa potencial del dinero digital en zonas de baja bancarización mediante un piloto con Bitel, buscando impulsar la inclusión financiera y la eficiencia en pagos.

En un país donde las brechas financieras persisten como cicatrices geográficas, el piloto de dinero digital del ente emisor representa mucho más que una simple innovación tecnológica. Es la materialización de una visión que podría transformar la realidad económica de millones de peruanos históricamente excluidos del sistema financiero convencional, señala un informe del suplemento Económika.

Desde marzo del 2025, el ente emisor y Bitel pusieron en marcha la segunda fase de un proyecto que busca llevar servicios financieros digitales a zonas donde el efectivo ha reinado sin contrapeso.

Los resultados preliminares son prometedores: 67,000 usuarios activos, 91,000 transacciones diarias y 4.2 millones de soles circulando en forma digital en áreas donde la bancarización era casi inexistente.

El aspecto operativo de Bitel en este piloto merece especial atención. La compañía implementó un sistema robusto basado en dos pilares fundamentales: accesibilidad y seguridad, declara la jefa del departamento de Fintech de Bitel, Judith Lisset García Condori.

Para garantizar que incluso usuarios sin teléfonos inteligentes puedan utilizar el servicio, Bitel desarrolló una solución mediante tecnología de datos de servicios suplementarios no estructurados (USSD, por sus siglas en inglés). Cuando un usuario marca *868# en su teléfono, accede a una interfaz que permite realizar transacciones básicas mediante mensajes de texto, sin necesidad de internet.

Seguridad

La infraestructura de seguridad implementada por Bitel incluye múltiples capas de protección: enrolamiento de dispositivos que vincula cuentas a teléfonos específicos, claves dinámicas para autorizar transacciones y un equipo dedicado a realizar pruebas de seguridad constantes en el sistema.

El respaldo final lo proporciona el BCRP, que custodia el dinero en una cuenta del Sistema de Liquidación Bruta en Tiempo Real (LBTR), garantizando a los usuarios que sus fondos están protegidos, incluso ante posibles ciberataques.

La red de agentes físicos constituye otro componente crucial del modelo operativo. Bitel no solo utiliza sus distribuidores y puntos de venta existentes, sino que además está expandiendo su red con agentes BiPay específicos, establecimientos no relacionados previamente con telecomunicaciones que ahora funcionan como puntos de depósito y retiro.

Esta capilaridad territorial permite a los usuarios convertir efectivo en dinero digital y viceversa, creando un puente entre ambos mundos.

García explica que el piloto se desarrolla en dos fases claramente definidas. La primera, ya completada, se concentró en diez distritos seleccionados por el BCRP. La fase actual, iniciada el 9 de marzo, abarca 229 distritos en las regiones Apurímac, Ayacucho, Cajamarca, Huánuco, Áncash, Ucayali, San Martín y Puno.

Los criterios de selección fueron específicos: zonas de alta dependencia del efectivo, baja bancarización y escasa experiencia previa con billeteras digitales.

Un aspecto particularmente innovador del plan operativo de Bitel es su agenda de expansión para los próximos meses. En abril lanzará una tarjeta prepago como complemento a la billetera digital, y en mayo implementará la integración con EasyPay, permitiendo a los usuarios leer códigos QR de terminales POS con sus celulares. Más adelante, contempla alianzas con cajas municipales para ofrecer micropréstamos desde junio y cuentas de ahorro hacia finales de año.

Desafíos

Los desafíos operativos son considerables. El más significativo es la interoperabilidad. García señala con claridad: “Para que esto despegue es necesario abrirnos a la interoperabilidad. Ese sería el punto clave”.

La limitación actual de operar en un ecosistema cerrado dificulta la adopción masiva, especialmente cuando usuarios y comercios necesitan interactuar con entidades financieras tradicionales o proveedores que no aceptan BiPay.

Una visión de largo plazo refleja una apuesta estratégica por posicionarse en un espacio de convergencia entre telecomunicaciones y servicios financieros.

¿Podría este modelo convertirse en un catalizador para una verdadera revolución financiera inclusiva? La respuesta dependerá tanto de factores técnicos como de políticas públicas. García sugiere que el Gobierno podría potenciar significativamente la adopción si utilizara este canal para distribuir subsidios y programas sociales, creando así un flujo natural de fondos hacia el ecosistema digital.

En un escenario óptimo, el dinero digital del BCRP podría convertirse en el puente que conecte dos Perú financieros que han coexistido como realidades paralelas: el Perú bancarizado de las grandes ciudades y el Perú rural del efectivo y la exclusión.

El éxito de este piloto no debería medirse únicamente por el volumen de transacciones o el número de usuarios activos, sino además por su capacidad de catalizar cambios estructurales en comunidades históricamente excluidas. Como bien señala García, no se trata solo de sustituir efectivo por dinero electrónico, sino también de “generar un ecosistema completo para el usuario y que le sea útil”. En esa utilidad cotidiana, tangible y transformadora, reside la verdadera promesa del dinero digital para el Perú del futuro.

Si en unos años podemos mirar atrás y constatar que comunidades en Apurímac, Ayacucho o Puno no solo utilizan dinero digital para transacciones básicas, sino que además desarrollaron ecosistemas económicos locales más resilientes, inclusivos y dinámicos, entonces podremos decir que esta revolución silenciosa cumplió su propósito. Mientras tanto, cada transacción realizada con BiPay en estos distritos alejados representa un pequeño paso hacia ese futuro posible.

La silenciosa transformación

El piloto de dinero digital del BCRP ofrece una ventana hacia transformaciones más amplias que podrían redefinir el panorama financiero peruano en los próximos años. La experiencia internacional demuestra que las monedas digitales de bancos centrales (CBDC) tienen el potencial de catalizar cambios estructurales cuando se implementan con visión estratégica y sensibilidad a los contextos locales.

Un aspecto poco explorado de esta iniciativa es su impacto potencial en la reducción de la economía informal. En un país donde aproximadamente el 70% de la actividad económica ocurre fuera de los circuitos formales, la trazabilidad inherente al dinero digital podría generar mayor transparencia sin las barreras de entrada que caracterizan a la bancarización tradicional.

El componente cultural representa otro desafío sustancial. La confianza en el dinero físico está profundamente arraigada en la idiosincrasia de muchas comunidades rurales, donde “ver para creer” no es solo un dicho, sino además una filosofía económica. El éxito de BiPay dependerá, en parte, de su capacidad para traducir conceptos abstractos como “dinero digital” y “cuentas virtuales” a beneficios concretos para las personas.