La Salud Pospandemia*
Una de las grandes lecciones de la crisis sanitaria es la necesidad de una reforma del sistema de salud. El ministro de Salud, Víctor Zamora, declaró el 3 de abril: “Nunca más un enemigo como el Covid-19 debe hallar un sistema de salud débil”. La pregunta es cómo. Uriel García, 96, patólogo, ministro de Salud entre 1980 y 1982, y testigo de casi un siglo de políticas públicas de salud en el país, prescribe la receta pospandemia.
– ¿Está de acuerdo con la estrategia que se está aplicando contra la pandemia?
– La política de salud que está siguiendo el ministerio es obviamente buena porque las vinculaciones con organismos como la Organización Mundial de la Salud son muy fluidas y convincentes.
– ¿Cree que la curva de contagiados de la Covid-19 ha llegado al pico?
– La Covid-19 una enfermedad altamente contagiosa y está en la primera fase. Esta epidemia no se va a parar probablemente hasta julio. Pero soy optimista y creo que pronto aparecerá la vacuna o un remedio.
– El número de camas en las unidades de cuidados intensivos del país es muy reducido, ¿faltan hospitales?
El exministro de Salud, Uriel García, es testigo de casi un siglo de políticas de salud pública.
– El Perú está lleno de hospitales. Pero en un país bien planificado, el hospital es el vértice de una pirámide de niveles de atención médica. ¿Cómo es posible que un niño que tiene diarrea tenga que acabar en un hospital para curarse? El sistema de salud está de cabeza. La necesidad de construir un hospital debe ser el resultado de haber colmado los niveles de atención básicos: atención primaria, consultorios, centros de salud, centros complejos. La pandemia nos ha sorprendido desnudos.
– En el organigrama del Ministerio de Salud se listan los nosocomios según su nivel de complejidad: 1, 2, 3. ¿En cuál de ellos está el problema?
– En los establecimientos de salud intermedios. Ahí no hay suficientes médicos, enfermeras o tecnólogos con las habilidades y destrezas como para solucionar problemas tan simples como tratar una angina de pecho. Hay constantes reclamos porque centros de salud con un aparato de rayos X tengan un tecnólogo que sepa manejarlo y un médico especialista en radiología. Por eso, un paciente con una simple luxación acaba en un hospital.
– Pero la Covid-19 ha desbordado las capacidades hospitalarias aun de los países más desarrollados.
– En efecto, pero en el Perú las limitaciones son extremas. El estándar en EE.UU. o Alemania es que los hospitales no deben tener más del 60% de capacidad ocupada, porque en cualquier momento puede haber una catástrofe, como un terremoto o una pandemia. Por eso, cuando en enero estalló el camión cisterna de gas en Villa El Salvador, las víctimas fueron atendidas prácticamente en el suelo. Cuando fui director del Seguro Social ordené un estudio de los pacientes del Hospital Rebagliati y se concluyó que el 70% podía estar en su casa o internado en un nivel inferior.
– El presupuesto de Salud representa el 2,2% del PBI. A su juicio, ¿podría aumentar?
– El Perú es un país pobre. Sin embargo, hasta el momento en que fue ocupado militarmente por sus propias fuerzas armadas (1968-1980), el Ministerio de Salud tenía un gran recurso económico: el Fondo de Salud y Bienestar Social, que equivalía al 3% de todos los sueldos de los sectores privado y público.
– Usted opina que el presupuesto de Salud se destina mayoritariamente a atender a la población con recursos y no a la más necesitada…
– Sí, ¿acaso los análisis, los medicamentos, las consultas son enteramente gratuitos? ¿Puede un campesino acudir a un hospital regional sin gastar un centavo?
– Si fuera ministro de Salud, ¿en qué invertiría?
– Construiría en todos los distritos del país buenos centros de salud intermedios y estimularía la investigación científica. La labor de los médicos, enfermeros y auxiliares de ambos sexos debe ser también premiada de manera real.
– La cadena de farmacias pertenece casi en su totalidad a una sola empresa. ¿El Estado debería subsidiar o controlar el precio de los medicamentos?
– La venta de medicamentos, su distribución y la formulación de recetas requieren de un profundo estudio. Yo no me atrevo a exponer los procedimientos que se emplean. Son voceados como las infidelidades matrimoniales, que al final solo se pueden certificar con un sistema de espionaje.
* “originalmente publicada en Caretas y reproducida aquí con permiso del autor”